miércoles, 20 de enero de 2010

Un humor personificado

Fuera ya de la incubadora virtual donde supo ser depositado este humor, sin lugar a dudas, prematuro, pero habiendo conseguido zafarse sin el debido visto bueno del cuerpo médico designado para supervisar su desarrollo, podría (extra)oficialmente anunciarse que aunque a medio pelo y con un deterioro sin precedentes, volvió para quedarse.

Cabe suponer que por su estado, el abanico de posibilidades se le vio reducido a algo así como: una modesta peineta. Pero éste, como todo atento lector habrá conseguido dilucidar, es un espacio óptimo para humores errantes que le pifian al remate y no se hacen entender. ¡EXACTO! ¡Es la modesta peineta!

Vale destacar (y con esto, deberían darse por advertidos) que todo lo que tiene de malo, lo tiene de obstinado, cosa que lo convierte en doblemente malo, si no malísimo.

Pero, si uno posee el don de la paciencia, hasta se le puede llegar a tomar una especie de cariño.
Es evidente, por otro lado, que el niñito Dios no otorgó el don de la paciencia a todo el mundo, porque claro, imaginen, cuando se hizo la idea de todos los vagos a los que se los tenía que repartir, se impacientó él mismo (por no decir que se hinchó los huevos) y por eso es que existen al día de hoy, tuertos, cojos, y algún que otro medio nabo.

En fin, retomando... Si el plan maestro incluía capocómicos de la talla del Gordo Porcel (por dar una talla grande) cae de maduro que también iba a necesitar, para cubrir licencias, los respectivos reemplazos.

Helo aquí, pues. Al menos, en calidad de postulante.