Se tratará aquí de centrar la atención en el remate de dicha frase, cuya análoga en armenio... es otra de las innumerables cosas que desconozco, pero que seguramente resultará -cuanto menos, fonéticamente- graciosa.
Lo primero y único (por tratarse de una poco rigurosa investigación) que cabría destacar, es su carácter -antónimo de abarcativo-. Lo pensé y repensé, pero todavía no pude dar con su contrario; espero sepan disculpar mi -antónimo de amplio- léxico.
¿Qué lugar se supone que vendrían a ocupar los pobres mancos, en este estado de cosas? ¿Los estamos condenando, como la individualista y atomizada sociedad que somos, a cumplir a rajatabla todo aquello que con sus ¿pies? sea escrito? ¿Quiénes somos para negarles su legítimo derecho a desdecirse? Ellos no podrán borrar con el codo, o, bueno, con el muñoncito, pero deberían poder gozar de las mismas posibilidades que los zurdos, diestros y siniestros, y soberbios ambidiestros.
Este fue un (meta)mensaje dirigido a la comunidad toba... eh, digo... toda, por la inclusión en el padrón electoral de los (biológicamente) desfavorecidos.
Ah! y ya que está, dejo un adelanto de una posible futura plataforma electoral: ¡RAMPAS PARA TODOS!
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